El mandatario surcoreano no dará el brazo a torcer, luego de ser destituido en una segunda votación por el Parlamento liderado por la oposición. El Tribunal Constitucional decidirá si destituye a Yoon en algún momento de los próximos seis meses. Si la medida se aplica, se convocarán elecciones anticipadas.
“Aunque por ahora me detengo, el viaje que he recorrido con el pueblo durante los últimos dos años y medio hacia el futuro nunca debe detenerse. Nunca me rendiré“, dijo Yoon según cita Reuters.
Del total de 300 diputados de la cámara, 204 votaron a favor de destituir al presidente por insurrección, mientras que 85 votaron en contra, según los resultados anunciados por la presidencia de la cámara. Igualmente hubo tres abstenciones y ocho votos nulos en esta nueva moción de censura, exitosa tras una primera presentada el 7 de diciembre por la oposición y que no prosperó.
La destitución de Yoon Suk Yeol, a la espera del público surcoreano
Al menos 200.000 manifestantes, según la policía, se congregaron ante el Parlamento a la espera del resultado, y estallaron de júbilo al conocerlo, según vieron periodistas de AFP en el lugar. En otro punto de la capital Seúl, unas 30.000 personas se concentraron el apoyo al mandatario.
“La destitución de hoy es una gran victoria para el pueblo y la democracia”, se felicitó Park Chan-dae, líder de la principal formación opositora, el Partido Demócrata. Yoon queda ahora suspendido, a la espera de que la Corte Constitucional valide o no su destitución. Para hacerlo dispone de 180 días.
Mientras tanto, el primer ministro Han Duck-soo se convierte en presidente interino del país. El dirigente prometió rápidamente ejercer una “gobernanza estable”. Si la Corte confirma su destitución, Yoon Suk Yeol será el segundo presidente de la historia de Corea del Sur en terminar así, tras el caso de Park Geun-hye en 2017.
También existe no obstante un precedente en el que la destitución aprobada por el Parlamento fue invalidada dos meses más tarde por la Corte Constitucional, la del presidente Roh Moo-hyun en 2004.
El presidente Yoon, de 63 años y con bajas cotas de popularidad, sorprendió al país al anunciar la imposición de la ley marcial la noche del 3 de diciembre y al enviar al ejército al Parlamento para impedir que los diputados pudieran reunirse.
El mandatario, enfrascado en una pugna con la oposición en torno a los presupuestos, acusó a aquella de comportarse como “fuerzas antiestatales”, y dijo que pretendía con esta medida extrema proteger al país de las “amenazas” del norte comunista.
La decisión suscitó un movimiento de cólera, con miles de manifestantes movilizándose de inmediato y enfrentándose a los militares a las puertas del Parlamento. Los diputados lograron reunirse y en cuestión de horas tumbaron con su voto la ley marcial.
De fiscal estrella a presidente impopular y destituido en Corea del Sur: quién era Yoon Suk Yeol
Nacido en Seúl en 1960 meses antes de un golpe militar, Yoon estudió derecho y terminó convirtiéndose en un célebre fiscal con una cruzada contra la corrupción. Desempeñó un papel providencial en la condena por abuso de poder de Park Geun-hye, la primera presidenta surcoreana encarcelada y destituida en 2016.
Como fiscal general, en 2019 también procesó al principal asesor del sucesor de Park, Moon Jae-in, en un caso de fraude y sobornos. Al conservador Partido del Poder Popular, en la oposición entonces, le gustó su perfil y lo convenció para que fuera su candidato presidencial.
Ganó las elecciones de marzo de 2022 frente a Lee Jae-myung del Partido Demócrata, pero por el margen más estrecho en la historia del país. Yoon nunca gozó de mucho aprecio ciudadano, especialmente de las mujeres tras hacer campaña por eliminar el Ministerio de Igualdad de Género.
Los votantes le atribuyen la inflación en los alimentos, el letargo económico y las restricciones a la libertad de expresión. Lo acusan también de abusar de los vetos presidenciales, como cuando paralizó una ley que buscaba investigar a su mujer, Kim Keon Hee, por manipulación del mercado bursátil.
Como presidente mostró una postura firme ante Corea del Norte, en una carrera para hacerse con un arsenal nuclear, y profundizó todavía más las relaciones con el tradicional aliado de Seúl, Estados Unidos. Pero sus esfuerzos para mejorar relaciones con el antiguo poder colonial de Corea, Japón, no cayeron bien.